Una noche de junio de 1993, algún lugar del océano Pacífico frente a Costa Rica. Un tiranosaurio hembra acaba de escaparse del sector que le correspondía en un zoológico prehistórico; ruge estruendosamente y da sus primeros pasos en libertad bajo un aguacero digno del verano tropical. La tiranosaurio no tiene nada en el estómago más que una cabra; triste bocadillo para un animal que mide doce metros de largo, casi cinco de alto, pesa más de seis toneladas y no tiene plumas (?). Por tanto, la tiranosaurio está motivada a buscar comida en el nuevo territorio que se abre ante ella, y para su fortuna, hay dos automóviles detenidos justo enfrente, con cuatro aterradas personas adentro.

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¡La paloma está en la caja!

Hagamos un ejercicio sólo por diversión. Vamos a suponer que la tiranosaurio está buscando comida (hay que tener en cuenta que sólo se ha zampado una triste cabra en lo que va de película), y que ha estado sin comer durante un buen tiempo, por lo que podemos decir, si queremos ponernos técnicos, que la tiranosaurio está privada de alimento, lo que significa que si en algún momento encuentra comida (digamos, un individuo sentado en el retrete), la conducta que haya estado haciendo justo antes de encontrar la comida será reforzada. La comida será reforzante sólo si la tiranosaurio está haciendo algo al encontrarlo. Y eso es precisamente lo que ocurre.

Justo cuando la tiranosaurio está atacando el auto donde se encuentran los niños, aparece el héroe de la película, Alan Grant, portando una bengala roja que agita para llamar la atención del carnívoro. Grant mueve la bengala y luego la arroja lejos de los niños. Pero en ese momento su compañero, Ian Malcolm, sale del auto con otra bengala encendida y la agita con fuerza, atrayendo hacia él a la tiranosaurio. Malcolm hace de héroe al echarse a correr, y la bengala que lleva en la mano hace de estímulo discriminativo: un estímulo que, tras varios ensayos, indica a un organismo que su conducta será reforzada. En estudios con pichones o palomas, el estímulo discriminativo suele ser luz de color verde; cuando está encendida, la conducta de oprimir una tecla con el pico es reforzada con comida; cuando la luz se torna color rojo, se deja de reforzar, y pronto el ave se encuentra pulsando la tecla como loca cuando “está el verde” y se detiene cuando “está el rojo”. Y como resulta que las aves son los parientes vivos más cercanos a los dinosaurios, pues de lujo.

Malcolm arroja la bengala mientras corre para salvarse, pero ya es demasiado tarde: tiene a la tiranosaurio muy cerca. El animal destruye los baños que se encontraban al borde del camino y se encuentra con el abogado Genaro sentado en el baño, escondido y rezando… cosas que al parecer no le sirvieron de mucho, pues se convirtió en el reforzador para la conducta de correr de la tiranosaurio.

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Momento preciso de la administración del reforzador

Ahora, en Jurassic Park la bengala aparece en esa única ocasión, pero sabemos que sí hubo más ensayos. Es lo bueno del cine hollywoodense: una saga se puede extender indefinidamente hasta que los psicólogos conductuales resuelvan todas sus dudas (?). Adelantemos el tiempo hasta junio del año 2015, fecha en que se estrenó Jurassic World, cuarta película de la saga. En ella, podemos ver un parque jurásico hecho y derecho, en el que una de las atracciones principales es… ¡la tiranosaurio del parque original! En una de las secuencias del inicio de la película podemos ver cómo el público se deleita en el sector del tiranosaurio: como el animal no aparece, una pobre cabra es arrojada a la jaula, y junto con ella una bengala. Una vez más, podemos asumir que así es como han estado alimentando a la tiranosaurio durante los cinco años que ha funcionado Jurassic World: manteniendo a la tiranosaurio privada de alimento, y presentándole bengalas cada vez que se necesite que acuda hacia donde el público esté mirando, reforzando esto con una cabra.

La prueba más evidente de esto ocurre al final de la película, cuando, acorralados por la mortífera indominus, la heroína de la película no tiene una mejor idea que soltar al otro carnívoro más poderoso del parque, atrayéndolo fuera de su jaula con una bengala en la mano. Esto, en términos conductuales, no es otra cosa que presentar el estímulo discriminativo, que indica a la tiranosaurio que ya es momento de correr, pues obtendrá alimento como reforzador.

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Estímulo discriminativo. ¿Qué pasaría si la bengala fuera verde?

Por lo que vemos, las leyes que rigen la conducta de seres humanos y animales modernos aplican también a organismos ya extintos y resucitados gracias a la ingeniería genética, por lo que queda sólo una pregunta, que se puede anexar a la lista de irregularidades científicas de Jurassic Park: ¿no se les pudo ocurrir entrenar a los dinosaurios con el fin de evitar cualquier catástrofe?

Nota: quisiera hacer evidente que el propósito de esta nota es meramente divulgativo. No pretendo fundar el campo de la paleontología conductual, ni tampoco pretendo incitarlos a tratar de condicionar a un tiranosaurio adulto –podría ser peligroso. Es un simple artículo de divulgación que ilustra cómo un psicólogo científico puede ejercitar conductas de observación sobre su disciplina en muchos contextos (o sea, ve psicología en cualquier parte), incluso en una película de dinosaurios devoradores de gente.

REFERENCIAS
Ferster, C.B. & Perrott, M.C. (1974). Principios de la conducta. México: Trillas.
Millenson, J.R. (1977). Principios de análisis conductual. México: Trillas.